Hola:
Desde muy joven sentí una especial atracción por las montañas, sus enormes espacios abiertos, la sensación de libertad que me ofrecían y sobre todo, la íntima satisfacción de alcanzar sus altas cumbres, de vencer en ese reto personal que ellas involuntariamente me proponían simplemente con su presencia y que yo gustosamente aceptaba.
Con el paso de los años me he dado cuenta de que esa llamada que inexplicablemente sólo oíamos unos cuantos y que extrañamente los demás ignoraban o incluso denostaban, ha sido mi “droga” particular. Muy pocas cosas han exigido más de mí que mi afición por la montaña: levantarme de la cama a horas a las que otros ni se plantean acostarse, palizones de coche de noche y por carreteras de miedo, largos entrenamientos en gimnasios agobiantes, grandes esfuerzos mal comido y mal dormido, momentos de ansiedad y de miedo en un ambiente que cuando se torna hostil te empequeñece a magnitudes microscópicas… Y todo ello solo para volver a sentir esa sensación de plenitud que alcanzaba al contemplar “el mundo” desde arriba y compartir ese sentimiento con otros que sentían lo mismo que yo.
Innumerables veces, tras jornadas especialmente duras, o peligrosas, o ingratas, me juré dejarlo. Convertirme en un tipo normal, con una afición menos exigente que no me robe tiempo con mis amigos y mi familia y que no me exponga a peligros que nada me reportan. Dos días más tarde ya pensaba en otro proyecto, otra cima, otra ruta, otro reto.
A lo largo de más de treinta años la montaña ha forjado mi carácter y ha contribuido en gran medida a convertirme en lo que soy, un compendio de defectos y virtudes, pues a veces una misma cualidad es tan virtud como defecto a la vez. Por desgracia, los años y sobre todo mis rodillas me han apartado poco a poco de la montaña de “cierto nivel”, dejando en el cajón de los proyectos por realizar muchos sueños.
La cara sur del Pico Maladeta, hermano pequeño del Aneto, siempre ha sido uno de los retos a realizar, una de las metas a alcanzar que exigía una gran preparación previa, por las dificultades técnicas de las rutas, por encontrarse apartado de los itinerarios habituales, por la duración de la aproximación y ascensión… en fin, pura alta montaña. Sin embargo, como tantos otros, no pasó de ser otro proyecto, otro reto, otro sueño que no he podido hacer realidad.
Y bien, para todos aquellos que hayáis leído hasta aquí, que hayáis ascendido hasta la cima de esta montaña de letras y palabras, aquí tenéis vuestro particular recompensa: Falta el aire frío que te corta el rostro, el resuello entrecortado por el esfuerzo de la ascensión y la altura, el estado de alerta que proporciona las descargas de adrenalina que tu cuerpo dosifica para mantener tus músculos en tensión y los cinco sentidos activos, pero para los que nunca hayáis sentido esa llamada, quizás estas imágenes os acerquen a lo que otros han sentido:
(Tardan un poco en cargar, pero al igual que las grandes cimas, el resultado compensa)
http://www.abaco-digital.es/virtual.php?src=rescate_paredhttp://www.abaco-digital.es/virtual.php?src=rescate_camillaSirva de reconocimiento para aquellos que a pesar de la lógica incomprensión, no pueden abstraerse de la llamada de las montañas, y para los que comprenden esa llamada y la han sabido transformar en arriesgada profesión en constante vela por los demás montañeros.
Perdón por el ladrillo, pero no podía poner simplemente el enlace.
Un saludo.